Para
conocer la realidad, los seres humanos contamos con dos instrumentos
fundamentales: los sentidos y la razón. Se puede separar la
aportación que hace cada una de estas facultades y analizarla por
separado: conocimiento sensible y conocimiento racional. El
conocimiento sensible se obtiene a través de la información captada
por nuestros sentidos después de procesarlos y está formado por las
sensaciones (fenómenos psicofísicos que se originan en nuestros
órganos sensoriales cuando son estimulados) y la percepción
(interpretación que hacemos de las sensaciones captadas por los
sentidos). En cambio, el conocimiento racional es abstracto, ya que
trabaja con conceptos. Los conceptos son creados por un procedimiento
de abstracción, que consiste en extraer las características comunes
que comparten una serie de objetos particulares y obviar las que los
diferencian.
Existen
tres posiciones filosóficas enfrentadas sobre el papel que deben
desempeñar los sentidos y la razón en el conocimiento:
Los
racionalistas sostienen que el único conocimiento válido es el que
procede exclusivamente de la razón. Desconfían profundamente de
nuestros sentidos. La solución racionalista consiste en distinguir
entre los conceptos que tienen su origen en la experiencia sensible y
los que son generados por la propia razón. Por ejemplo, como utiliza
la deducción y la intuición como medio para conocer la verdad:
tiene dudas, y si tiene dudas es porque piensa y si piensa se porque
existe; si no existiera no pensaría y no tendría dudas. Otro
ejemplo también podrían ser las matemáticas porque no tiene
errores, siempre se llega al mismo punto, es decir, se llega a la
verdad.
Los
empiristas afirman que la única fuente de conocimiento son nuestros
sentidos. La razón solo puede trabajar sobre datos que proporciona
nuestra experiencia sensible. Por lo tanto, los empiristas no
desechan la el trabajo de la razón, pero lo sitúa en un segundo
término. Un ejemplo sencillo sería: que cuando apaga la luz, los
niños se duermen, no se conoce la causa pero se transmite de
generación en generación como conocimiento práctico empírico.
También los humanos conocemos la existencia del estaño a través de
un conocimiento empírico porque el setaño se fundió con la fogata
y se produjo el estaño.
Los
criticistas postulan que no hay conocimiento válido que no se base
en la experiencia sensible, pero admiten la existencia de conceptos e
intuiciones que no proceden de la experiencia y que son
imprescindibles para construir el conocimiento. Kant sostiene que
todo conocimiento comienza con la experiencia, aunque no dependa
exclusivamente de ella. Como admite conceptos e intuiciones no
empíricos supone afirmar que poseemos conocimientos que no proceden
de nuestros sentidos. Esto aleja al criticismo de las posiciones
empiristas. Pretender conocer el noúmeno es parecido a aquellos
documentalistas que presumen de grabar animales en estado salvaje, en
régimen de libertad absoluto. La cámara es, sin embargo, condición
de posibilidad y límite del documental. Es imposible observar un
animal en régimen de libertad absoluto, sin que se vea condicionado
por la presencia humana. Tan imposible como conocer el noúmeno
kantiano.
La
posición empírica no es acertada, ya que a todo se le puede
encontrar una respuesta, es decir, las cosas no ocurren simplemente
porque sí, en el ejemplo de que cuando apaga la luz los niños
duermen y que no se conoce la causa pero se transmite de generación
en generación es falso porque si se conoce la causa: como lo normal
es dormir por la noche, los niños si les apagas la luz saben que es
por la noche y, también, saben que es la hora de irse a dormir. Y en
el conocimiento influye tanto los sentidos como la razón, aunque la
razón con mayor peso porque es un conocimiento con el que más
personas se pueden poner de acuerdo o pueden debatir y acabar
llegando a una conclusión. Por lo tanto, el criticismo es el más
correcto ya que no descarta por completo ninguna de las dos
propuestas y con el ejemplo se puede interpretar que al igual que no
podemos ver a los animales en un régimen de libertad absoluto,
tampoco se puede llegar a la verdad absoluta.
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